¿Es esto de Jujol?
50 Aniversario Universitat Politècnica de Catalunya · BarcelonaTech — Beyond the ETSAB Archive 1875–2025
Enric Miralles1
Me gustaría contar de dónde proviene nuestro interés por esta obra...
De dónde nace esa capacidad que Jujol tiene para iniciar un diálogo directo con quien se acerca a ella.
Romper con esa naturalidad con que su trabajo parece que es compartido. Ver cómo una de sus mayores cualidades es ese ofrecerse con transparencia respecto al pensamiento que lo anima.
Aunque no sé si su obra refleja su pensamiento, o el de aquellos que la contemplan ilusionados.
Parece que en esta obra encontremos anotados de un modo directo intuiciones sin modificar, emociones específicas, impulsos individuales, ocurrencias...
Aparecen construidas sin ningún otro sometimiento que el de las reglas que ellas mismas definen. Parecen seguir aquella reflexión en que “la suma rigurosidad es a la vez libertad suma".
Es una obra que nos obliga, ya antes de comenzar, a enjuiciarla según sus propias reglas: Ni estilo, ni escuela, ni maestro...
Un pensamiento individual guía su trabajo.
Un pensamiento individual que parece detenerse en instantes. Sin que estos formen ritmos de mayor a menor. Quizás son series formadas todas por elementos de igual valor.
No hay paso de lo grande a lo pequeño, ni a la inversa.
Las distintas piezas, y por extensión sus obras, nacen sin ninguna referencia a la escala. Ese verdadero tamaño,2 que se acerca a la miniatura.
Recordemos que lo pequeño es un modo de pensar. Es un pensamiento que rechaza todo lo que uno no pueda llevar consigo en una pequeña maleta. Pensamiento que se confunde en los vaivenes del viaje, al ir de una parte a otra3 ...
En estas obras su modo de pensar va apareciendo con lentitud mientras las contemplamos. Tenemos la ilusión de que entender al autor es el único modo de comprenderlas.
Vemos a Jujol avanzar con ahínco en lo pequeño, sacando consecuencias de lo grande. Es un pensamiento que no conoce repeticiones: Lo dicho una vez casi se esconde, y nunca vuelve a aparecer...
Su pensamiento es voluntariamente breve. Y nos invita a pensar en un alma subjetiva que deja sin terminar, solo iniciadas y a su propia suerte, sus soluciones.
Éstas quedan desasidas, solas. Pero jamás desfiguradas para formar una unidad preconcebida.
Un ojo diferenciador divide, separa... Y la unidad se consigue dando carácter visible, mejor dicho, sensible, a las líneas auxiliares que construyen la forma.
Parece tomar algunos de los “miles de rayos que llenan el aire” ... la luz, los recorridos gravitatorios, los esfuerzos a los que sometemos las cosas al agarrarlas, al empujarlas, etc.
Todos ellos pasan a tener el valor de “luz rayada”, y parece que ocupen toda la profundidad del espacio, tal como explican los clásicos.
Son trazos que ya existían, pero no de un modo inmediato, en el lugar. En su obra no hay arqueología. Tampoco pertenece de un modo directo al lugar...
Sólo, quizás, a lo que se encontraba en el aire: ese polvo iluminado de muchos de sus detalles.
Su acreditado trabajo en la composición de las cerámicas rotas del Park Güell da pie para ver cómo su trabajo no puede explicarse sin aceptar que el pensamiento que lo anima valora el trabajo en común, casi despersonalizado. Atento a la conversación, a las mínimas decisiones: Juego de preguntas y respuestas: ¿Así, o así? ¿Éste o éste?... Seguir las líneas marginales hasta su agotamiento.
Sus obras interrumpidas, pobres, inconclusas, jamás son el resultado de una queja. Una intensidad como la que nos ofrecen solo es posible si el pensamiento va directamente a la obra. Y en ella está ausente toda queja sentimental.
Busca en el trabajo, en esa relación con decisiones de otros, una objetividad lejana. Muy por encima de lo que sería una referencia al origen de cada proyecto.
Los papiers déchirés de Arp y Miró, los frottages de Max Ernst. Un modo de recomponer el propio material al que estos llegan, forzando su propio trabajo a ser trabajo de otro. A ser papeles dibujados, luego rotos, luego recompuestos... En Jujol se hace de un modo real.
Siguiendo indicaciones, comentarios, esperando respuesta... Todo ello en uno mismo: Alejado de toda responsabilidad.
Luego, su marca en el banco cuenta cuál es para él el tamaño del mismo. Y es la señal que entrelaza las figuras y da forma al conjunto.
Esta necesidad de otro es el modo en que su obra se ofrece para ser interpretada.
Nuestra mirada sobre la obra, como ya lo era la del autor, jamás es única. Es una obra capaz de recoger cualquier insinuación.
Parece que su autor sólo hizo el trabajo de fijarlas. Tantas cosas parecen haber llegado ahí por un azar. Sin embargo, vemos un pensamiento que sigue y obedece las exigencias técnicas de los distintos materiales, y con ellos produce una segunda sencillez.
En Jujol no puede decirse que ninguna de sus soluciones anule la pregunta que les dio origen, ni que anule el material de donde han nacido. Aparece una concentración de trazos diminutos casi añadidos, idénticos a los materiales que los construyen: hierro, cerámica, plomo... Estos dan un tamaño ligeramente menor a todo:
Niños y no adultos.
Sin embargo, lo diminuto de estos trazos hace posible ver el tamaño real de la planta de Vistabella: es el de las marcas en la cerámica del banco del Parque Güell.
En la obra de Jujol jamás hay cambios de escala, todo tiene desde su inicio su tamaño real: De grande a pequeño... De lo pequeño a lo grande...
Su pensamiento se expresa como un anagrama, como si se tratara de un jeroglífico que aún se considera depositario de una sabiduría, de un pensamiento que simplemente se enuncia como una demostración de nuestra voluntad de acercamiento a él.
Que no es solución, sino planteo. Aún, y lo prueba las muchas veces que Jujol recurre a escribir sobre las obras terminadas, existe el recuerdo de que la arquitectura puede nacer, y a la vez ser soporte, de “aquellas figuras, instrumentos del intelecto, que representan de un modo análogo el pensamiento”.
Jujol escribe por las paredes. Dedica con devotas frases sus obras. Se felicita de las manchas que aparecen.
Dibuja arabescos... Sobre su obra nos muestra el valor de otra obra superficial4, a la que necesitamos acceder en compañía. Sólo es imposible descifrar todos estos reflejos, sombras parlantes... Toda esta escritura cifrada que se presenta voluntariamente de un modo arcaico.
Es una obra que debemos ver con ojos ajenos: Debe ser mostrada. Jujol, y solo esto quería decir en este escrito, da un modo para ver su obra. Es un modo que necesita de la compañía, de la mirada de otro, de su comentario.
Así nos lo encontramos en las manos en clase... Aparece en las charlas... Los paseos - no importa haber asistido a ellos- con que Llinás ha ido acercando uno a uno a la obra de Jujol permiten desvelar su modo de trabajar. Su obra se compone de una serie de ecos que necesitan del reflejo en otras personas.
Ese trabajar como fuera. “La ilusión por las manchas en una lámina”, por “el humo que hace invisible unas paredes”, ese vosté mateix con que contesta todas las preguntas. Hablan de una obra que refleja una conciencia que siempre, en cada momento, se modifica a sí misma, a la vez que modifica, invisiblemente, el modo de trabajar de quien la contempla.
Del sueño, del instante...
Han logrado escapar estas obras.
NOTAS
1. Quaderns d’Arquitectura i Urbanisme, 179-180, octubre-diciembre 1988, enero-marzo 1989: 52-56.
2. Miró, refiriéndose a la serie de Interiores holandeses de finales de los años veinte, habla de ese trabajo de alejarse de la miniatura: “Pronto comprendí que había que ir más allá del espíritu de la miniatura. Ampliar el detalle hasta unirlo con el todo”.
Podría parecer que Jujol, al confiar los esquemas generales de sus obras a las líneas gravitatorias busca una manera parecida de resolver el problema. Del mismo modo, Jujol no se aleja de una manera total de la expresión que permite miniaturizar. La manera de acercarse al verdadero tamaño de sus obras se encuentra más próxima a las pequeñas deformaciones con que los escultores construyen la expresión de sus obras. Hacer pequeña una característica. Alejar ligeramente una figura de su medida real.
Esta desviación de las dimensiones da una medida real de las cosas. Las alejan de ser un calco de nuestros movimientos. De aquí pasan a ser monumentales.
En esta obra, el empequeñecer da la verdadera medida de las cosas. Pasan a ser reales por ellas mismas. Sin referencia directa a ninguna dimensión.
3. “… Que miniaturizar es hacer portátil, y que es la forma ideal de poseer cosas para un trotamundos o un exiliado…”
“… También miniaturizar significa hacer invisible…”
“… Aquello que se reduce se encuentra en cierta manera liberado de significado. Su pequeñez es, al mismo tiempo, un todo y un fragmento…” Estos argumentos los desarrolla Vila-Matas en su Historia abreviada de la literatura portátil (Barcelona, 1985).
4. Muchos de los términos a través de los cuales aparece la obra de Jujol se desarrollan entre obras próximas al surrealismo. Este término de “superficialidad” es el que utiliza Saviano para representar un pensamiento libre de prejuicios, que se desliza entre las cosas…, que recoge en la superficie todo lo que debiera encontrarse oculto…, que acepta todo lo que aparece de golpe, etc.