Colección — ARCHIVE SERIES — 2

50 Aniversario Universitat Politècnica de Catalunya · BarcelonaTech — Beyond the ETSAB Archive 1875–2025

Ceremonia de entrega de premios
Video del acto

 

La fotografía como modelo

Desde su aparición en 1839 la fotografía y la arquitectura han tenido vidas paralelas. Los primeros fotógrafos fueron grandes viajeros a lugares hasta entonces mal conocidos. Su trabajo quería generar documentos irrefutables sobre la existencia de las pirámides, de las mezquitas o de los escondidos templos de Petra. Pero también las autoridades políticas de los diferentes países occidentales quisieron disponer de catálogos monumentales de los edificios que definían a cada una de las nacionalidades del siglo XIX y para ello requirieron el sistemático trabajo de los fotógrafos.

A pequeña escala fueron los años de excursionismo científico. Después de los grandes viajes y de los grandes descubrimientos era necesario también conocer lo más próximo que por motivos de dificultad geográfica y de comunicación permanecía todavía cubierto por el velo del misterio. La aparición del tren y los nuevos trazados de carreteras permitieron esos desplazamientos. Los expedicionarios cargaban con pesados aparatos fotográficos y con las delicadas cajas que guardaban las placas de vidrio vírgenes. Cada imagen quedaba fijada en un frágil negativo que debía tratarse con sumo cuidado hasta su vuelta a destino. Esos excursionistas científicos entendían que sus imágenes conseguirían documentar el territorio.

La industria editorial no disponía todavía de la técnica necesaria para que esas fotografías pudiesen imprimirse por lo que los primeros álbumes de vistas estaban constituidos por copias originales encoladas a láminas que las enmarcaban. Así comenzaron las series antropológicas, el estudio del folclore y también el estudio sistematizado de las arquitecturas históricas.

Hasta ese momento los viajeros, los del Grand Tour, por ejemplo, solamente disponían del dibujo para transmitir sus observaciones. El dibujo como habilidad manual que es, patentizaba la personalidad del dibujante y requería para su ejecución un tiempo de observación, un tiempo de croquizado y un tiempo de delineación. La fotografía en cambio permitía ir más deprisa, disparar la cámara, guardar la placa y revelarla al regresar a la Escuela. Muchos de los detalles que no se habían visto in situ se podrían ver en diferido gracias a la reproducción mecánica - alejada del personalismo propio del dibujo- de la fotografía.

Como en muchas otras disciplinas la fotografía sirvió también para el aprendizaje de la arquitectura tanto en las academias como en las escuelas técnicas. Comenzó entonces la época que podríamos llamar de la fotografía como modelo. La Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona cuenta, además de las colecciones fotográficas adquiridas para la enseñanza de la historia de la arquitectura, con un fondo de 44.000 placas de vidrio realizadas por profesores y estudiantes de la institución entre los años 1880’s y 1920’s. Tras la fundación de la escuela sus primeros directores entendieron que además de la enseñanza científica en las aulas la arquitectura necesitaba ser conocida en su realidad material concreta. Fue por ello que organizaron excursiones científicas con sus estudiantes. Los viajes se organizaban en función de los monumentos que se querían visitar. Eran en su mayoría, los grandes representantes de la arquitectura histórica medieval española y del sur de Francia. Desde Carcassonne, hasta Valencia, desde Palma de Mallorca a Santiago de Compostela, sin olvidar Toledo o Granada. Los futuros arquitectos midieron, dibujaron y fotografiaron todo aquello que visitaban.

En estas placas, de autor anónimo ¿profesor, alumno?, no aparecen solamente los monumentos estudiados, sino que también, y ahí radica mucho de su actual encanto, aquello que muchas veces la cámara del profesional no quiere ver. Los estudiantes se fotografían mientras miden y dibujan y captan además imágenes de escenas que se encuentran en su recorrido, ya sean paisajes naturales o ciudadanos. Es por ello que hay que insistir en las técnicas fotográficas desplegadas, encuadre, profundidad, perspectiva o iluminación, pero también en cuales son los temas fotografiados y cuales fueron dejados de lado aun estando allí junto a ellos.

Al tratarse de placas de vidrio e negativo, todos los estudiantes y profesores de la escuela podían disponer de sus propios positivos con lo que, aunque no hubiesen participado en la empresa, disponían de su relato fotográfico entendido como material didáctico.

Para el presente concurso, Archive Series—2, se han seleccionado 148 fotografías de la colección de la ETSAB. Su tema es la redacción de un texto en el que cada uno de los participantes escoja, como mínimo dos y como máximo cuatro imágenes del conjunto presentado.

No se pide que se reconstruya científicamente el trayecto de un viaje, ni que se comparen el pasado representado en las placas con el presente, ni tampoco que se reconozcan, describan o historien los monumentos fotografiados.

Se trata de construir un relato con ellas. Lo primero será escoger las imágenes pensándolas como un soporte visual que permitirá desarrollar un tema teórico o conceptual sobre la relación, desde aquellos años inaugurales inseparable para siempre, entre arquitectura y fotografía y más precisamente, en nuestro caso, entre Arquitectura, Enseñanza de la Arquitectura y Fotografía.